domingo, 22 de noviembre de 2009

Mentiras vs engaños

A menudo utilizamos estas dos palabras como sinónimos. Y no lo son, no exactamente. Según la RAE, mentir es
Decir o manifestar lo contrario de lo que se sabe, cree o piensa
mientras engañar sería
Dar a la mentira apariencia de verdad; Inducir a alguien a tener por cierto lo que no lo es, valiéndose de palabras o de obras aparentes y fingidas.
Mentir mentimos todos, y quien diga que no, miente. House dixit. Mentimos desde el "Buenos días" a la vecina insoportable del quinto, mentimos al sonreir al compañero de trabajo por un comentario que él cree gracioso, y así seguimos todo el día hasta que nos vamos a dormir. Son mentiras sociales, admitidas por todos, que facilitan la coexistencia, que no convivencia. Mentiras blancas.
Pero engañar lleva implícita mucha más mala leche que mentir. El engaño es más elaborado, más meditado, y justo eso, el tiempo que se invierte en su maquinación, es lo que marca la diferencia con la mentira. Una mentira se te puede escapar, un engaño no.

Y después de haber estado un rato pensando sobre estos conceptos, aún no sé ponerle nombre a lo que me pasó el pasado mes de agosto. Aún no sé si fue mentira o engaño, propio o ajeno.

viernes, 13 de noviembre de 2009

No seamos agelastas

Hay personas a quienes admiro por su inteligencia, a las que estimo por su honestidad, pero con quienes no me siento a gusto: censuro mis comentarios para no ser mal interpretado, para no parecer cínico, para no herirlas con una palabra demasiado leve. Ellas no viven en paz con lo cómico. No se lo reprocho: su agelastia está profundamente anclada en ellas y no lo pueden remediar. Pero yo tampoco puedo remediarlo y, aun sin detestarlas, las evito de lejos.

Milan Kundera
El telón

Hace ya unos días que ando buscando un término para definir la incapacidad para reir. Una vez más ha sido Kundera quien me lo ha brindado. Agelasta. Tomada del griego, viene a significar: el que no sabe reir, el que carece de sentido del humor. En realidad, fue François Rabelais, escritor, médico y humanista francés, quien adjudicó el nombre de la piedra en la que descansó Deméter en su búsqueda de Perséfone a una raza de gigantes que no conocían ni la risa ni el alcohol en su novela Pantagruel. Kundera menciona a Rabelais en El arte de la novela y en El telón. Recomiendo la lectura de ambos, eso sí, con la neurona bien despierta.

El motivo de esta búsqueda surge de la mera observación del entorno. Tengo la sensación de que la gente ríe poco. O nada. No sé si se debe a la falta de motivos para hacerlo o a cierta incapacidad, esto es, la mencionada agelastia. Veo caras largas en el trabajo, en la calle, en el bus. Parece que la risa ofenda. Hasta la sonrisa escuece. Pero si reir es de las pocas cosas por las que no hay que rascarse el bolsillo. Y podemos, casi debemos, reir de lo cómico y de lo trágico, de nosotros y con nosotros.

Riamos, pues, aun cuando nos llamen locos.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Domingo

Hoy es domingo. Y mañana lunes. Eso no falla, de momento.
No sé por qué los domingos son días que invitan a la morriña, a la pereza, a añorar al ausente, a preparar la mochila para toda la semana. Lo malo del domingo, sin duda, es saber que faltan cinco días para que llegue el viernes. Lo peor del domingo es saber que cuando llegue el próximo estarás pensando lo mismo.

Propongo una copa de Oporto, esta versión de Love is a losing game

http://open.spotify.com/track/7itkDorwUcVBt8n8aQfpFH

y un poco de poesía


Enamorarse y no

Cuando uno se enamora las cuadrillas
del tiempo hacen escala en el olvido,
la desdicha se llena de milagros,
el miedo se convierte en osadía,
y la muerte no sale de su cueva.

Enamorarse es un presagio gratis,
una ventana abierta al árbol nuevo,
una proeza de los sentimientos,
una bonanza casi insoportable,
y un ejercicio contra el infortunio.

Por el contrario desenamorarse
es ver el cuerpo como es y no
como la otra mirada lo inventaba,
es regresar más pobre al viejo enigma
y dar con la tristeza en el espejo.

Mario Benedetti

Con todo esto ya completamos el domingo. Si ha de ser un asco de día, que lo sea comme il faut.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

martes, 3 de noviembre de 2009

David Cerný

David Cerný (Praha, 1967) es probablemente el artista checo contemporáneo más controvertido del panorama europeo. Ante lo difícil que resulta ponerle nombre a su estilo, e incluso a su especialidad artística, he consultado diversas fuentes y he encontrado la respuesta en una entrevista que concedió a cafebabel.com.

Entrevistadora: ¿Cómo se autodefine usted? ¿Artista, performador o activista político?
David Cerný: Espero poder ser un buen escultor con el tiempo.


En mi opinión, es un provocador. Un escultor provocador, si él lo prefiere. Sus obras no dejan lugar a la indiferencia. Habrá quien las ame y quien las odie, pero dudo que nadie se quede igual después de verlas.
En mi séptima visita a Praga descubrí varias de sus obras. Solo cuatro de ellas. Mi balance fue: tres me gustaron, una no.












Los bebés de Kampa







Hombres orinando sobre un mapa de la República checa






Los bebés de la torre de TV de Zizkov






San Wenceslao con el caballo muerto y colgado del techo, en el pasaje Lucerna.


Ahí os lo dejo. Que cada cual decida qué le parecen. Y cuando visiteis Praga no perdáis la ocasión de verlas en vivo. Evidentemente, la percepción cambia.
Por cierto, ¿cuál fue la que no me gustó?

Aquí os dejo su página web www.davidcerny.cz.